DE AMOR

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El amor es una cosa de locos

Para ser franco te voy a decir que te extraño. Mierda puta que te extraño. Y ya lo sabrás, de bruces en el regazo de un señor.

Es decir, no te extraño una mierda, porque si supieras todos los cucuruchos que me comí solo en la heladería donde a vos te hubiera gustado pedir chocolate con almendras, sabrías que el helado también se come caliente.

Y si supieras todas las horas que caminé para llegar a este rincón donde te estoy escribiendo (bah, me estoy escribiendo a mi…no a vos) sabrías que la luz se apaga cuando uno se levanta de la cama, a apagarla específicamente o revolea la zapatilla direccionada hacia la lamparita.

Y ya no estoy gordo como cuando me abandonaste, patéticamente, por otro gordo. Entonces las cuentas no me dieron cuando me quise convencer que en algún lugar estarías siendo aplastada por una pena.

Y ya no ronco. O ronco pero no me entero porque nadie me despierta para que deje de hacerlo.

¿Y te acordás el sobrecito de azúcar que me regalaste en el bar de la esquina de la plaza, con aquella frase tan romántica? Quiero que sepas que lo rompí y que ahora estoy tomando un te de tilo, dulce.

¿Qué decía esa frase? Ni me acuerdo porque nunca lo supe, porque nunca la leí. Para que gastar tiempo en leer algo que escribió alguien que no estaba sintiendo lo que sentíamos nosotros en ese momento. O lo que sentía yo, porque vos no sentías nada. Solo pedías la cuenta para que yo le pague al mozo y vos me regales un sobrecito que implícitamente había pagado también yo.

Digamos que la frase decía “te amare para toda la vida”. Seguramente el que la escribió estaría embaucado por un cachivache como vos o tendría las manos pegoteadas de helado de chocolate con almendras de un cucurucho que hubieras pedido vos.

Ya casi me estoy yendo porque caminé por que quise y además porque no me acuerdo más de vos. Si me acordara de vos te llamaría para preguntarte como andás y como te trata la vida. Pero tampoco tengo teléfono ni me interesa tener. En frente de mi casa pusieron uno para uso publico pero a mi no me gusta que me escuchen lo que digo.

Yo venía para acá, por una carta para un concurso televisivo, y justo choque con un lápiz y este pedazo de hoja. Y me voy porque me pesa en el hombro izquierdo tu recuerdo tan taimado. Me voy caminando, si total me gusta caminar.

Sabés, antes de irme, te quería contar que una vez, que ya no me acordaba de vos, me acorde de vos. Mierda que los recuerdos vienen lanzados al vacío vertiginosamente y uno sin broquel se asesta a cualquier emoción.

Ese día estaba tomando un vermú solo o con amigos, lo mismo da, porque mis amigo son amigos míos y cuando quiero los llamo y vienen o no. Pero no es como vos que no te puedo llamar y que además no tengo teléfono y sobre todo si te llamaría, vos no vendrías. El vermú estaba sabrosísimo pero en un descuido me lo volqué todo encima y ahí fue que me acorde de vos. Me acorde porque nunca pasabas desapercibida. Siempre querías ser el centro de la atención al igual que el primer día que te vi y quede embobado. Que se yo si estabas saltando en una pata, o qué, pero no pude dejar de mirarte. Bueno eso no te lo iba a decir porque ya no tiene sentido alguno. Pero que insoportable resultaste. Mis amigos te odiaban, o te odian, dependiendo de cual de todos de ellos estemos hablando en particular. Tu voz estridente los sacaba de quicio. Si hasta no me dejaban verte.

Se me esta acabando el papel y habría que sacarle punta a este lápiz. Solo quería decirte que te extraño y que duermas bien.




El amor es una cosa de locos II

Te quería pedir perdón porque ayer estaba un poco alterado. No se si fue porque caminé mucho para llegar a aquel rincón (cuando camino mucho me canso mucho) o si fue ese lápiz gastado o ese pedazo de papel con el cual envuelven la mortadela, a veces, acá, cuando compran.

También vine hasta acá a ver que es lo que pasó con la carta para el concurso televisivo. Pero no me saben decir si llegó, y yo, como siempre tan despistado, perdí el “comprobanticket” o algo así como le llaman en este lugar.

Vine hasta acá, de paso, al paso, para jugar un numerito. Y que coincidencia que el número que había pensado era el 77. Y en el listado de los sueños, el 77 significa “las piernas”. Y yo vine hasta acá, ayer y hoy, a fuerza de mis piernas. Cuantas coincidencias, porque además me acuerdo siempre de tus piernas. Que lindas piernas tenías. O tenés, seguramente, pero como yo ya no las veo…

Que lindas piernas tenías. ¿El te dice lo mismo? ¿A él le llevás el café temprano a la mañana, como lo hacías con todas tu ex parejas? A mi no me llevabas, claro, porque yo tomo te. Tan solo por eso.

Dos y dos al 77 por favor…

Lo del sobrecito de azúcar no lo tomes a mal. Lo había leído, muchas veces. Decía:

"Uno no muere cuando el corazón deja de latir, sino cuando los latidos ya no tienen sentido" y tanto me aferré a esa frase, que siento que estoy muriendo. Me da vergüenza decirlo porque estarás en una pileta de material nadando de espaldas hasta el borde. Y en mi pileta siempre estabas en el borde, porque era todo borde y porque era muy chiquita.

¡¡Ahh!! ¡Pero el helado de almendras con dulce de leche no te faltaba! ¿Que rico ese helado no?

¿Señor, a que hora juega la matutina?

También me da vergüenza contarte que probé el café, y no me gustó.

No, no… ¡Déme el vuelto por favor, con ese cuento de los dos caramelos usted se esta haciendo rico!

Chau cu-cu-cu. Que lindo si nos sentáramos en el cordón de la vereda a contar cuantas bicicletas pasan a contra mano…




El amor es una cosa de locos III

Estaba recién levantado de la siesta de otro día de olvidar cosas con música. Paradójicamente la música me trae recuerdos tuyos, y ayer y antes de ayer casualmente me vinieron en combinación de imágenes de helados de chocolate y piletas en verano. Debe ser el calor sofocante que trae otra vez tu perfume chocolate, pero cuando te conocí era invierno y vos no te perfumabas ni tomabas helados.

Bueno, es como decir que la noche no es la mañana. Pero en un momento se las ve tan juntas que parecen la misma cosa…Y ahora, por las tardes las tostadas se queman porque estoy tan dormido de la siesta que me las olvido arriba del fuego.

Como me hiciste reír ese día que se te quemaron las tostadas. Estabas tan enojada que me gritaste y golpeaste la puerta y no volviste por tres días. Yo me acuerdo porque en esos días llovió mucho, como ahora, y usé el paraguas que dejaste olvidado. Tal vez no volvías para no mojarte.

La última vez que te fuiste te olvidaste los cigarrillos y el documento. Los cigarrillos me los fumé y el documento es verde y esta arriba de la mesita del televisor. A veces pienso que al olvidar tu documento perdiste tu identidad y por eso no volvés. No te acordarás quien sos y menos quien era yo.

Si te llega esta nota alguna vez, te cuento que yo era el gordito de las granadinas, una en cada mano, y el saco marrón descocido. ¡Si, ese! Hacé memoria, que me miraste desde abajo y te mordiste el labio inferior cuando me viste por primera vez y te diste vuelta haciéndote la interesante.

Bueno, te dejo, porque me esta esperando mi tía para jugar a la canasta.




El amor es una cosa de locos IV

Hoy no te extrañé. Vos sabés que se me paso el día volando. Entre que fui a comprar a la verdulería y volví a mi casa, casi se me pasa toda la mañana. Ni me acordé de vos cuando pasé por la pizzería donde tomábamos cerveza negra. El mozo te decía: “que linda esta la negra” con una sonrisa grande. ¿Te acordás?

Tampoco me acordé de vos cuando entré a mi casa y vi la nota que me dejaste el día que te fuiste. Ya es como del paisaje esa nota. Ni me doy cuenta que esta arriba de la mesa.

Y lo curioso de todo es que fui a revelar un rollo de fotos que me quedo cuando fuimos de viaje a Las Toninas en el Taunus de mi tío, y vos no saliste en ninguna. Son todas fotos del Taunus y Las toninas. Hay dos o tres del mar. Una mía, que la debés haber sacado vos. Y otra de unos pies que no se de quien son.

Ni me di cuenta tampoco que pasé como cinco veces por la puerta de tu casa. Ya está, etapa superada, si no me daría cuenta que estoy pasando por la puerta de tu casa y me pondría nervioso por ver si sale tu mamá y se me queda charlando…

Bueno, eso nomás.

¡Pero hoy no te extrañé, eh! ¡Hoy no! ¡Juro que no!




El amor es una cosa de locos V

Hola. Yo acá, desde la bañadera llena de agua y con mucha espuma. Claro, vos no me ves porque te fuiste, pero estoy soplando las pompas de jabón y las estoy haciendo chocar contra la pared.

Me hice una chocolatada porque estaba con un poco de hambre. ¡Que rica la chocolatada eh!

La verdad es que estuve contando hasta 2341 para no salir corriendo a buscarte. Cuando me cansé de contar fósforos y porotos me sumergí en esta agüita caliente.

Estuve pensando que podríamos olvidar todo lo que paso antes y volver a empezar. Que se yo… Una historia nueva diría. La verdad me siento un poco culpable, porque tal vez te aburriste porque no se me ocurrían programas nuevos. Siempre de la heladería al café, del café a la heladería.

Pero ahora va a ser distinto.

Vos sabes que tengo un amigo que nos prestaría un caballo y no podríamos ir una tarde a pescar unas mojarritas al arroyo.

O podríamos ir a la exposición de autos antiguos que hay en la estación del ferrocarril.

No se, cosas nuevas, para cambiar. Digo yo. ¿No?

Nos comemos una pompa de azúcar, como la de jabón, pero de azúcar, y que el mundo se venga a pique. Total, si estamos enamorados nada importa. Que llueva o truene no nos va a importar. Caminar por la calle de la mano mojándonos… ¡Que importa! ¿No?

Sos mi solcito (en un día lluvioso), porque ahora no te veo, pero siempre vas a estar ahí, calentando a todo el mundo.

A veces me salen frases que ni yo las puedo creer… Podría escribir para los sobrecitos de azúcar.

Te mando un beso (voy a secarme).




El amor es una cosa de locos VI

Hoy, exactamente hoy, se cumplen diez años del día que me preguntaste “como me veía dentro de diez años”. Yo, muy astutamente te respondí que me veía diez años más viejo.

¡Ja!

¡Ja!

¡Ja!

Me acuerdo que te reíste y me dijiste “dale, dale, en serio”.

Y ahí yo me lancé con todo, y te dije que me veía con vos con cinco hijos y un Renault 18 entrando a un chalet de tejas azules a dos aguas y en Mar del Plata comiendo alfajores “Havanna”.

Otra vez te mordiste el labio inferior como diciendo “cuanto me gustaría”. Pero se ve que no veíamos una mierda porque yo no tengo ni un puto Renault 18 ni 12 ni 6.

¿Vos te seguís tomando el tren de la línea Sarmiento para ira al trabajo o ya levantaste cabeza y estas moto-particularizada?

¿Te acordás el Renault que tenia yo, que no era ni 4 ni 6? Lo vendí. Si, lo vendí y me dieron dos mangos. ¿Sabes porque lo vendí? Porque me gusta caminar.

El otro día me fui caminando a un lugar y me acorde de vos. Pero creo que ya te lo conté.

¡Ah! Los chalet´s no me gustan y niños menos.

¿Que cosa esto de la tormenta del Niño no? Un cambio climático de la puta madre.




El amor es una cosa de locos VII

Estoy volando del malhumor. No se que me pasa.

Una nena en corrientes llora madera. Una hamaca se mueve sola en Santa Fe. Un barco se hunde en el Océano Antártico y nadie muere. Arsenal va a salir campeón de una copa internacional y Lanús Salió del torneo local. ¡Y a un hombre le crecen ramas en las manos! Tantas noticias raras no seria extraño que vuelvas.

Hoy estuve esperando que suene el timbre toda la mañana. Con solo escuchar el timbre ya me imagino que volvés. Pero justo vino Ricardo, que tocó el timbre, y me pidió que lo acompañe a la ferretería.

Si algún día pasas por mi casa y no te atiendo por favor dejame una señal. Mientras estaba en la ferretería imaginaba que estarías llamando a mi puerta, tal vez pensando que yo no te quiero atender.

Pero si, te quiero atender. Lo que pasó es que justo pasó Ricardo que necesitaba que lo acompañe porque no sabía que pinza comprar para arreglar el paso de agua.

Una vez, me contó Carmen, la vecina, que el cartero estuvo como diez minutos tocando timbre en mi casa y después se fue. Pero cuando me fijé en mi buzón no había dejado ninguna carta. Es raro eso che…

Y por eso me puse de malhumor me parece.

Mierda puta. Que se vaya todo a la mierda, Ricardo, vos, las pinzas, los sobrecitos de azúcar y los cucuruchos de chocolate o dulce de leche.

Me enojé para la mierda. Chau.

Ah! No sabes que linda pinza se compro Ricardo.

El amor es una cosa de locos VIII

El día que me convencí que eras un ángel deje atrás la convicción de que eras la imagen de la reencarnación de un alma indígena, sentada con las piernas cruzadas y las palmas de las manos mirando al cielo, dormida a mi costado.

Ese día soñé que dormías conmigo soñando cosas coherentes de gente que despierta a la vida, de noche, con los ojos cerrados. Pero el sueño se puso chucaro y cuando desperté estaba solo como un perro malvado. Y ese ángel que yo creía que volaba bajito cuidando de mí, ya se había ido muy lejos.

¿En que estaría pensando ese angelito cuando se fue? ¿No se entera que me dejó tan solo y desprotegido? Tal vez se distrajo con las mariposas y voló con emoción buscando el calor manso de alguna otra región.

Tal vez no eras un ángel sino una diosa y en tu ímpetu creador, le diste forma con tus manos, a un hombre de barro, feliz, pero que luego dejaste caer haciéndolo uranio, triste e infeliz.

Ese soy yo, que me retuerzo todas las mañanas entre mariposas que volaron hasta hacerse invisibles.

Y tal vez no eras nada de esto y yo viví engañado por mi mismo, de mi propio amor confuso, tratando de colocarte en una posición poco terrenal. Y cuando me vi parado, descalzo, en la mismísima tierra me sentí muy poco humano.

Pero de lo que estoy seguro es que fuiste mucho de esa pared dura que me choque cuando desperté de la realidad que no tendría que haber soñado.

Como mierda querés que no me confunda si eras una mariposa y después una murciélago asquerosa, escondida entre la mugre, agazapada para poder salir cubierta de oscuridad. Y otra vez mariposita todo el día, tan feliz y dicharachera que se te prendía una lucecita que hacías parpadear las noches de verano.

El amor es una cosa de locos IX

Si con las mismas manos que envolvías los huevos con papel de diario lustrabas las manzanas para que se vean brillantes en exhibición o agarrabas una bolsa de carbón con la misma ternura que una botella de whisky. ¿Como no querés que me enamore así de vos? También traías desde la puertita del fondo un manojo de perejil, de regalo, para mí. Si te imaginaba todo el tiempo haciendo una pascualina.

Y te habrás dado cuenta que te pedía delirios de los estantes mas altos, para que te veas obligada a subirte a la escalerita triangular. Tan linda se te veía allá arriba tratando de atajar las latas de arvejas que se querían caer.

¡Y que linda se te veía con el cucharón, tratando de pescar la ultima aceituna del tarro!

Esa pollerita floreada es la marca registrada de mi vereda. El viento compañero le daba caricias delicadas para hacerte bailar.

Tan chiquita me decías jugando “¿Qué le doy señor? Y los años nos llegaron rápido a los dos.

Y otra vez haciendo la cuenta en un pedazo de papel madera, repiqueteando la vista desde el mostrador a mis ojos y de mis ojos a la estantería.

Y hasta con góndolas vacías buscabas para pasar cerca de mí, tanto que hasta tropecé con la bolsa de papas por esquivarte y por evitar que la señora del barrio, a fuerza de “escoba en mano”, no eche a rodar una confusión.

Que lindo si volvieras a pasar por mi vereda cada mañana. O tan solo saber donde estas “parando” para poder hacerte la “pasadita”.



El amor es una cosa de locos X

Trajecito de murguera, choripán en mano y un vaso de vino de caja calentándose en el cordón de la vereda. ¡Si fuiste un remolino en la puerta del Club Comunicaciones! ¿Cómo olvidarlo, quien podría?
Hablabas desfachatada a los gritos y tirabas saltos de matanza en cada esquina antes de llegar a la 29.
Querías arreglar el mundo con tu sonrisa, en la puerta de
La Vieja Esquina y casi lo lográs. ¡Si te sobraban como tres mil dientes!
Las luces de la avenida te iluminaron glamorosa y tu piel dorada brilló alrededor de tus ojitos pintados, al pasar por el palco municipal.
Guantes blancos para llevar mi estandarte y en eso me dijiste al oído:

“No al exterminio indiscriminado de hormigas”.

…Ahí quedé tarado para toda la vida…

” ¿Me lo decís de nuevo?” supliqué de rodillas…

“Si al exterminio indiscriminado de tarados que dejarían de matar hormigas porque una mina se lo pide”.

Y ahí más tarado y embobado quedé…pero no entendí…” ¿Me lo repetís?”

Y te mordiste el labio inferior otra vez…como siempre…y me dijiste…”dale, dale, traéme un Paty con tomate”.

Y como olvidar ese Paty con tomate, en pan lactal, compartido, si nos fuimos pedaleando hasta que nos caímos uno arriba del otro, enológicamente derrapando, entre varietales de locura, debajo de la parra, en la plaza San Martín.

¡Y que beso nos dimos, con sabor a mostaza! ¡
Assemblage de sensaciones!

Siempre lo supe, estabas muerta conmigo, y solo me golpeaste en reprimenda a la caída en bicicleta… ¡Pero que enojadita estabas che! ¡Que me tiraste con el cucurucho de papas fritas!

El amor es una cosa de locos XI

Te llenaste la boca de palabras sucias a favor de tus prejuicios y después te metiste en el charco de mierda que criticabas.
Tan grande esa boca, podría haber sido tan linda, pero fue, lamentablemente, tan confusa y repugnante...
Después te llevaste a la boca las mismas cosas que se llevaban tus amigas mucho tiempo atrás, cuando vos las criticabas.
No entiendo como se puede ser tan inestable y tan veleta...
Y ahora sos "hippona" y sos "rasta", mientras que te cruzabas de vereda al verme venir de frente con un pequeño agujero en la remera...
Sos zurdita y sos derecha... ¿Quien te entiende pendeja?
Te la das de “mochila” y no sabes lo que es una puta banquina. Y si anduviste por la banquina fue barrenando tus putos pensamientos obscenos de actos reprimidos.
Y te la das de “Freak” y te la das de “student” y te la das de “homelees” y te la das de burguesa, y te la das de hamburguesa...
¿Como se puede ser tan tarada?
Y ahora escuchas música electrónica saltando a lo loca con amigas nuevas, todas bien drogadas...
Tal vez te comiste el mundo y no nos dimos cuenta y ahora la vas de putita.
Pero vos no podes ser putita porque no tenés suficiente picardía, porque con esa cara de frígida, prejuiciosa, violenta y depresiva no podes menos que ser infeliz.
Y ahora te haces la adultera engañando a tu marido después de ir cada domingo a misa arrastrando tu puta careta de mujer cristiana. Y ahora te la das de "trosca", y ahora te la das liberal…
Como me gustaría que un día, puedas llegar a ver quien sos realmente, si es que sos alguien, y no estés engañada por la voz del espejo de la bruja de Blanca Nieves...

¡Ah!

“¿Vamos a dar una vuelta en la gallinita?” Sale desde la plaza…

El amor es una cosa de locos XII

Te había escrito un cuento y me lo olvidé.
Mierda que las cosas pasan cuando tienen que pasar y si no pasan nunca quedan picando en la añoranza...
La verdad es que no puedo verte mas paseando por la plaza con tus ojitos celestes tan brillantes y que no me des bola.
Estas tan hermosa, tan preciosa, tan divina.
No quiero tachar mas palitos en la pared de mi celda esperando que le des libertad al destino...

No quiero plantearme mas la duda de que si estarás conmigo, porque ya se que si (y no quiero que sea demasiado tarde, porque te quiero recorrer toda, como al mundo).
Porque me enteré la primera vez que te vi, que vamos a morir juntos…
Y ya me cansé de esperarte.
Y ya me cansé de que hayas probado tanto. Y ya me da celos que no estés conmigo.
Me harta la situación de verte con tu marido, o con tu amante, o con tu perro y que me mires con esa cara de "esperame".

Si nos tendríamos que haber metido en una burbuja sin tiempo y quedarnos ahí para siempre, desde el primer día que nos conocimos.
Y cuando te lo propuse, comentaste en la mercería que yo estaba loco.
Y acá estoy tan solito en este cuarto blanco con este chaleco de fuerza, esperándote.

¡Que linda estabas en la quermese, jugando por un peluche al tumbalatas!

¡Que linda estabas en el baile del colegio, cuando eras novia de mis amigos!

El amor es una cosa de locos XIII

Quería amargarme, por eso me puse a buscarte otra vez.
Mierda puta que si uno metiera la mano en un pote lleno de mierda puta se ensuciaría menos que con tus recuerdos tan asquerosos y malvados.
Que linda que eras, sin embargo, cuando me hacías esperar… Horas enteras consumidas frente al televisor esperando que suene el timbre que nunca iba a sonar. Que lindo, que lentas pasaban esas horas y qué dolorosas eran. Se sentían profundas en las tripas y el tic tac del reloj parecía hacerlas infectar. No como las horas de ahora que se van volando y uno ni se da cuenta de que se fueron.
Y hoy tenía un montón de cosas para hacer, un día súper ocupado, estoy en el supermercado, pero también te dedico el día a vos, porque te lo merecés.
Por que fuiste tan guachita, pero siempre tan hermosa. ¡Que me dan ganas de contarle a la cajera que todos pancitos con sésamo los compré para vos!

¡Uy…y tanto me puse a buscarte que me parece que te encontré…y estas horrible! Cómo puede ser que se te haya caído el tiempo así, tan encima. Parecés mi abuela. ¿Y esa risa tan divina donde esta? La cintura de avispa que tenías se te fue a la mierda…En mi casa hay un ropero que tiene mas curvas que vos.
Ah, y me dirás que pasaron quince años, diez o uno, no me acuerdo, pero se te ve tan mal…

¡Qué gran error, volverte a ver, para llevarme destrozado el corazón!

Y ahora me va a dar pena olvidarte como olvidé a las otras que en mi vida no fueron nada…

¡Señora, señora…! ¿Puedo devolver estos pancitos?

El amor es una cosa de locos XIV

Orgía de nubes en un sótano. Cosas viejas en Curuzú Cuatiá. Franz Beckenbauer se había ido a nadar y el relincho de una cebra hizo que los gusanos de las manzanas dejen de tocar la guitarra.
La argolla al cuello, cerca de Salta.
Nalbandian, cómo se te complicaba para decir Nalbandian. Y te encantaba, pero la lengua se te trababa.
Y yo no entendía porque me decías “loco”. Si éramos cómplices de las mismas palabras que conformaban nuestra irrealidad.
Y la canilla desinflada porque no había viento.
O, a veces, todos los días, sin querer, que se yo.
La verdad es que hacia frío, pero que importaba si teníamos helado de chocolate con almendras.
No supimos valorar las cosas intangibles y nos tomamos todo el ron el mismo día que se juntaron Los Nocheros.
Paréntesis por todos lados (por todos) hasta en Curapaligüe y Rivadavia.
Había un bar ahí, o una pizzería, o un gato, o la parada del 132. ¡Ah, no! ¡El 132 dobla en Carabobo…que bobo!
¿Manu Chao tocaba la guitarra o los gusanos?
Que mierda…cómo me gustan los helados (de frutilla).

Dos hasta Plaza Italia por favor…

¿Apagaste le luz, o cerraste el gas?
¡Nada de eso! ¡Panqueques con dulce de leche!

Lo lindo de estar loco es que uno es inimputable. Y lo feo es que, todos los que se hacen llamar cuerdos, no te creen una mierda. Pero no me importa, porque llevo torta…


Que lindo si un día nos sentáramos a hablar en serio… (En el zaguán de tu casa).

¡Que rico! ¡Me estoy comiendo el personaje!

El amor es una cosa de locos XV

Ahora me doy cuenta, recién ahora, por era qué te querías venir conmigo.
Solo porque te estabas escapando. Y todavía no se de qué, pero de algo te estabas escapando. Y cuando viste mi camino un poco empantanado te diste vuelta y te quedaste en tu puta mierda como un sucio cochinillo…

Y ahora me doy cuenta que me picó un bicho.
Y ahora me doy cuenta que me pica mucho, en el alma.
Si, me picó bichito del amor… (Lo decía en un sobrecito de azúcar).

Yo venia caminando muy distraído por una plaza y el bichito me atacó. Quise defenderme, pero el bichito me picó.

El payaso que vende burbujas en esa plaza me miró, con una gota de lágrima pintada en su mejilla. No me habló, porque los payasos no hablan, pero me dijo que en las burbujas estábamos nosotros dos.
Entonces le consulté a una bruja, qué mierda eran las burbujas.
La bruja me dijo que era tu alma que se había muerto en el alma de un bicho feo. Y que ahora andabas volando entre fantasías y picando a gente irreal.
No la entendí a la bruja y me fui a la borra del café. Después a las líneas de las manos y después al servicio meteorológico.
Todos coincidieron, se viene una tormenta en mi vida, de la puta madre.

Porque cuando salen los bichos, significa que se viene el agua…

El amor es una cosa de locos XVI

Qué. ¿No me ves? ¡Estoy acá!
O qué ¿Estaré muerto que no me ves?
Me pasás por al lado como si yo no existiera. ¿Que te pasa? ¿No te acordás más de mí?

Mierda que si uno estuviera muerto la gente no lo vería, y si lo viera, uno seria un fantasma.

Ya de fantasmas vamos a hablar mas adelante, porque sabes que a mi me dan miedo los fantasmas.
Pero como te hice asustar el día que te dije "lo nuestro se acabó". Vos me miraste sorprendida y dejaste caer una lagrima mientras, entre dientes, dijiste "si, esto se acabó, la verdad que fue una mierda".
Te diste media vuelta y te fuiste, y me dejaste solo, diciendo "feliz día de los inocentes" pero no me escuchaste porque ya te habías ido.
¡Pero era solo una broma!

¡Volvé! Que acá estoy esperándote.
¿O estaré muerto de verdad verdadera?
Bah...ya no se nada. Dale…volvé. ¡Era una jodita nomás!

Dale, ya paso el día de los inocentes, no la hagas tan larga...volvé... que mi tía le puso algodón a las empanadas ese día y casi me muero atragantado...

El amor es una cosa de locos XVII

Estuve toda la tarde sacando el porcentaje de todo lo que te quiero y me dio un 100%.
Mierda que si uno se pone a sacar cuentas, le dan lo que le tienen que dar y si no, no le dan ni puta.
Dividí los días que pasamos juntos y los multipliqué por el 100% de mi amor y me dio cero.
¿Como mierda son las cuentas, o esta calculadora no anda bien?

¡Qué depresión bajo cero!
Cinco veces toqué el timbre en tu casa y no salió nadie. ¡La cuenta me da cero otra vez!

Y me paso las tardes analizando estrategias para pasarte cerca. Evalúo caminos, tiempos y distancias, para que en un punto nos encontremos.
Dicen que las paralelas se unen en el infinito. Dicen…
Voy restando días a mi vida, que cada vez se hace más pesada. Son kilos y kilos de recuerdo y de ilusiones.

Olfateando como un perro sigo tu estela perfumada…
¿Y esta vieja quién es? ¿Qué hace con tu perfume?

¡Fuira! ¡Fuira perro!

A tanta velocidad, ya tengo miedo que me pases por al lado y no llegues a verme. ¡Son como
100 kilómetros por hora de amor!

¡Qué rápido se pasa la vida!


El amor es una cosa de locos XVIII

Ayer, cuando íbamos de la mano y me dijiste “no perdamos más el tiempo, esto es una mierda, mejor seamos amigos” me dejaste con una comezón impresionante, me vino desde los pies hasta la aurícula secreta de los taciturnos medievales hospedados en Berazategui.
¡Qué sorpresa me llevé, no me lo esperaba!

Mierda que si te dan una patada en el culo te duelen los glúteos o te dejan pensando repetitivamente en un conjunto de acciones nunca llevadas a cabo…

Es como estar esperando en la cola del zamba, que el aparato ese, todo movedizo, no quiera dejar de girar, o si.
Uno espera y espera viendo estupidamente como otra gente se excita dando vueltas y vueltas estupidamente tratando de no caerse de culo al suelo.
¡Ah! ¡Pero como te gustaban los autitos chocadores! Me ponías en el medio de la pista y acelerabas hasta estrellarte conmigo. ¡Una carcajada estruendosa se escuchaba en el parque de diversiones! ¡Como me gustaba esa carcajada! Y yo, con un poquito de dolor de cuello, te preguntaba: “¿Otra vez?”

Pero eso no es nada, por que más me dolió cruzar la plaza en el horario pico del chusmerío pueblerino, con tu ramo de rosas amarillas, para ir hasta tu colegio a recibirte y que en la misma puerta me rechaces con tu mirada picante y tu labio inferior aprisionado entre tus dientes.

¡Me dolió como una patada en el culo!
¡Y encima, ahora, ni siquiera somos amigos!

Qué hija de puta. Pueda ser que este muñeco vudú que me regalaron sirva para hacerte doler un poco.


El amor es una cosa de locos XIX

¡Que hijaputéz esto del amor eh!
Cuando uno mas tranquilo esta en la vida, el amor se te clava como una espina en el dedo chiquito del pie haciéndote volar hasta Saturno. Y cuando uno más embobado se siente, recibe un apercap en el medio del mentón que te deja bailando, todo turulato, entre estrellitas multicolores de
la Vía Láctea.

Pe
ro por suerte ya me estoy desentendiendo de esta historia que me hizo mucho daño. Ya cambié y volví a cambiar mi personalidad tantas veces. Viajé en el tiempo, solo por vos.
Y ahora me siento yo mismo. ¡Un verdadero boludo!

¿A quien se le ocurre estar tanto tiempo pendiente de una estrella fugaz, como vos?
Tantos llamados, tantas esperas, tantos caminos desatados, tantos viajes interestelares buscando la trampera en la que me ensarté como un verdadero gil.

Así que, vasta para mí, me voy de viaje, y ya no me volverás a ver nunca más.

¿Señor, señor… este me deja en “El planetario”?



¡OK OK! ¡Présteme un casco por favor!


¡Chau, zorrita!
Me voy de viaje, a
la Luna




El amor es una cosa de locos XX

Cada vez que me acuerdo de vos me agarra hipo.

Debe ser la imagen de tu tacita con café batido en la puerta de mi heladera vacía que es como una puñalada a mi mañana de cada día. O los invisibles que siguen recorriendo todo el baño detrás de tu cepillo de dientes.

En la galería el perro todavía se aburre de no verte y ya no quedan plantas porque no hay nadie que las riegue con amor.
Y ya no se escuchan gaitas ni bandoneones ni violines en la parrilla en el momento de hacer una tirita de asado y ni siquiera el colibrí viene por su floreada vianda al atardecer.
Los mosquitos suicidas vienen a picarme cada noche y se desayunan con la peor de las muertes en un trago amargo de sangre.

¡Y como te gustaba bailar la cumbia! Si la bailábamos apretaditos a ritmo caribeño, en pleno invierno, al calor del hogar.
Y me decías "loco" y yo te decía "linda" mientras preparábamos la ensalada de cebolla y tomates.

¡Como te extraño, volvé!
¡Como no te voy a extrañar! ¡Si hasta saqué por vos el póster de Maradona que estaba colgado en la cocina y me venía a dormir temprano todas las noches!

Dale volvé, que los enanos de patio, como ya no tienen nombre, intentan escaparse trepando por el tapial alegando mejor bienestar en la casa de al lado.
Y el loro, que solo charlaba con vos, me esta haciendo una huelga de silencio...

¡Mierda! …¿Qué onda? …Otra vez hipo…


El amor es una cosa de locos XXI

Hoy me siento una pelusa, un rulero. Porque te fuiste.
¿Por qué te fuiste?
¿O me fui yo?

Mierda que no te da ni curiosidad saber como estoy…Ni un llamadito para chusmear…
Bueno, te cuento, hoy me siento un rulero.

Y encima se vinieron los carnavales y yo sin mi pomo de espumita ni mis globitos de agua. Y esa calle enorme, atestada de gente, que se mofa coloridamente de mi depresión.

Te estoy buscando, como siempre, entre tantos disfraces. ¡Y seguro que no te importa! ¡Que looser!

¿Serás esa? ¿Esa otra? ¿O tal vez aquella? Tantas mascaritas me confunden. Y el señor de los tambores que te persigue sigilosa y rítmicamente.

Epa mascarita, no se acerque tanto, que aunque vestido de mujer, usted sigue siendo un señor.

Ahí va el hombre tiburón, que lindo, le voy a preguntar por vos.
¡Y ahi van las cachiporras, con su manojo de ruda macho!

¿Elsa, no me hace un choripan?

Que lindo si nos encontráramos antes de las doce, como Alicia en el país de las maravillas…




El amor es una cosa de locos XXII

La primera vez que te vi sin ropas me sentí desnudo, por no saber como actuar. Evidencia de mi inexperiencia en mis movimientos toscos de niño apresurado, que te causaban tanta gracia y te reías sin parar.
Fue ese el puto día en que mis mejillas coloradas enrojecieron por primera y ultima vez.
Vos eras tan mayor caminando por la calle que, en mis brazos, te hiciste muy pequeña.
Y de tan solos que estábamos esa noche tuve miedo, porque ya no tenía a quien contarle lo que estábamos por hacer.

En el duelo tácito de las miradas ganaría el primero que se deje ganar.
Y ganaste vos, tapándote la boca con la mano al decir una mentira. Y yo, creyéndote todo, le mentí al que aquella noche estaba con vos.

Ese día, o esa noche, la que te vi sin ropas, te vi desnuda, lo juro. Desnuda, sin armas y sin escudo. Solo vestida con un aura que irradiaba calor a tu alrededor, disfrazada de ángel.
Tan blanca como la luz de la muerte. Tan rosa como una herida abierta en carne viva. Tan oscura como el manto con el que se abriga la noche.

Te vestiste, te limpiaste la boca con la manga de tu camisa como a quien no le gustó y te fuiste golpeando la puerta detrás de una carcajada. Y de tantas mentiras acumuladas ahora te extraño de verdad.

Volvé, por favor, que te olvidaste el paraguas y esta lloviendo mucho. No sea cosa que se te mojen las alitas y te vengas de pique al suelo.


El amor es una cosa de locos XXIII

¿Te acordás cuando empezamos a salir?
¿Te acordás que caminaba 18 cuadras para acompañarte hasta tu casa?
¡Que frío que hacía!

¿Te acordás que una tarde soleada me atacaste por la espalda, en la plaza San Martín, tocándome el hombro con tu dedo índice diciendo las dos palabras del dolor: “quiero cortar” y te fuiste?
¿Te acordás que no me animaba darte un beso?

¿Te acordás todo eso?

Bueno, te cuento, ese día, en la plaza San Martín, cuando vos te fuiste yo te grité con todas mis fuerzas "¡ahhhh, que bueno, porque yo también quiero cortar!".
Pero vos ya estabas tan lejos que no me escuchaste.

Y te acompañaba caminando, hasta lejos, porque a mi me gustaba caminar.
Y no era que me daba vergüenza darte un beso, solo que llegaba cansado hasta tu zaguán y ya me quería volver para mi casa, a comer.

Y mi vieja que me esperaba en la puertita del pasillo con un revés preparado para mi nuca, diciendo, “¡y ahora te vas sin comer a dormir, y no hay mas fichines hasta que no termines la tarea!”

Al otro día, me despertaba hambriento, pero con una bandera gigante que decía “Mamá, este no es un amor de verano, es el amor de verdad”. Y, paff, otro cachetazo y a cortar el pasto...

Y diez años después nos volvimos a encontrar en la puta plaza San Martín, y vos pensando que yo era gay, y yo pensando que vos eras gay. Y el gay era el flaco con el que te fuiste de vacaciones a una playa nudista ¡Y en realidad, el es tu amigota maricona gay!
Y nos miramos por las calles, homofóbicamente hablando, gustándonos entre un montón de prejuicios peculiarmente promiscuos. ¡Por eso nuestros ríos subterráneos no se chocaron y besaron, como los de Alfonsina Storni!

Pensar que no les dije a mis amigos cuando me abandonaste vía telefónica, para que todos piensen que seguíamos siendo novios enamorados. Y cuando me los encontré, en la ventana de la farmacia donde nos sentábamos, ya salías con uno de ellos.

¡Que perdedor!

Ahora voy a tener que tomar un antiolvidante para acordarme de vos. ¡Y la estación de servicio esta cerrada! ¡No lo puedo creer!

Señor, señor, présteme el surtidor, que necesito tomar un poco de energía.

¡Mierda! ¡Que lindo te queda ese labio amoratado de tanto que te lo mordés cuando yo digo algo!


El amor es una cosa de locos XXIV

Soltaste mi mano metiendo la tuya entre tus piernas cruzadas. El bullicio del tango no me dejaba escuchar lo que me querías decir con el gesto de tu cara.
Me llamaste para el fondo con un cabezazo, te paraste y sin esperarme te pusiste a caminar. Después desapareciste entre los turistas que aplaudían sin parar mientras que yo tiraba unas monedas en una gorra que pasaba delante de una minita de negro.
Al final del pasillo pude ver tu silueta mezclada con una marea blanca de humo cuajado. Te diste vuelta y con un brazo en alto me llamaste para que vaya al pie.
Al llegar al tu lado, me empujaste adentro del baño de damas mientras sacabas un papel metalizado de tu bolsillo mas pequeño. Las chicas que coqueteaban con ellas mismas delante de un espejo oxidado ni se enteraron de mi presencia.
“¿Pero que te pasa? ¿Ahora te drogás?” Te dije indignado mientras desenvolvías el minúsculo paquete. “¡Como cambiaste! ¿Que te hizo la vida?”

“No boludo, lee esto, lo escribí recién” me dijiste llorando.

Cuando terminé de abrir el papelito pude ver que decía “Perdón, pero no te aguato mas, me voy a la mierda”
Y esa boca, eternamente húmeda, la que sobresale brillante de tu cara, cuando levanté la vista ya no estaba más. Y yo, tan pelotudo, buscándote entre otras mujeres que me veían invisible.

Señor, señor. ¿No vio a mi chica que es así, así y así, etc.; etc.?

Señor, Señor, No vio a mi chica que es asi, asi, y asi??

- ¿Sos boludo vos? Acá adentro me llamo Nancy. ¡Si me volvés a decir señor te cago a trompadas, pelotudo! -

Ok, Ok, ya me estaba yendo. ¡Perdón Nancy!


¡Mi amor, volvé por favor, que acá una chica me quiere romper la cara!


El amor es una cosa de locos XXV


Aunque no lo creas, todavía eso.
Y no son esquirlas de un desamor en carne viva que me trae confundido tu perfume de aliento de mujer que voy queriendo, sino que es la misma distancia que un día nos separó la que hoy vuelve con aquel viento.

No es extraño que te extrañe, la madre de mis hijos signado por los astros en el humo de un fuego. La carcajada loca que escupía tu cara después que mi alma se disfrazara de lo que tu antojo dispusiera.
Compañera desinteresada con destinos arrumbados. Latente incomprensión en noches apagadas. Energía irracional, desprendida de tus manos, cuando se apoyaban compasivas en donde lo que quisieras sanar.

Hoy te pinto para volver a tocarte, y en la formas que de tus pechos sobresalen voy a acariciar con el pincel linea por linea hasta descubrir por completo el universo de tu imagen.

Y esa lagrima que fue mi culpa, hoy me la bebo toda, como en una penitencia, buscándote por la luz que se escurre entre los postigos y el vidrio de la puerta de donde procuro anochecer mis penas.

Puto ese día en que dejé librado al oído lo que al ojo le hubiera correspondido y me descubrí con tu sombra, que ya no asaltaba a la mía.

Llueve como llovía, pero ahora suena a lata y no a carne.

Y mierda que huele a rancio el silencio pasional que del rescoldo sale, cuando por fin su amor se apaga.

El amor es una cosa de locos XXVII

Que bueno que volviste. Aunque sea un ratito, y en un sueño.

Un segundo que te metiste en mi vida, para cagarme todo el día. Gracias, gracias de verdad, porque hacia mucho que te esperaba. Y viniste, como yo lo pedía...

Y tan dulce que no me despertaste mientras dormía.

¿Pero como entraste? ¿Te abrió Maria? ¿Traspasaste las paredes? ¿Sos un ángel? ¿O esto es un sueño de verdad?
¡Que importa, si estabas tan hermosa, observándome!

Y de repente, te dormiste adentro de mi historia, cuando yo me despertaba adentro de la misma, esperándote.
Hasta que te levantaste y te pusiste a baldear la vereda, y me desperté de la realidad del sueño cuando entró agua por la mirilla de mi ventana.
Y ahí si que ya no estabas mirándome, como una gata que la agarro la lluvia.
Y ahí si que ya te habías ido, como siempre.

Nunca mas voy a volver a verte sacándole brillo a los picaportes de bronce del edificio de al lado.
Tan loco se ponía el vecino cuando le prendías fuego el montoncito de hojas amarillas de otoño apiladas en su vereda.

¡Como me retabas si me ponía a barrer de noche! Decías que era mala suerte.
Y como me pasaste el lampaso jugando al metegol. Ni soñando me lo creerían.

Señor, señor. ¡Cuanto vale una habitación doble en este motel?

¡Que linda que estabas, escuchando Sandro al mango, vestida de batón y enagua, limpiando los vidrios de la puerta de entrada, con las medias metidas en las hojotas y con mis remeras rotas hasta las rodillas!

OK OK déme la llave por favor que ya quiero despertarme...

Y que linda, en la maquina de coser, pegando lentejuelas en una pollera amarilla.


El amor es una cosa de locos XXVIII(Fin)

¡No lo puedo creer! Volviste, de verdad y de carne y hueso.
Sigo incrédulo pero estas delante de mi y te podría tocar, te podría respirar, te podría comer y si hablaras te podría escuchar.
Pero no me la creo. Tantas vueltas tiene este ovillo que no encuentro el nudo del comienzo.

Mis amigos tampoco lo creerían. Y si alguno osara creerlo me lo recriminaría.
Ya imagino la voz socarrona del gordo gritando “¿Otra vez con la perra esa?”
O la ínfima y sobrante del negro, balbuceando “¿que quiere esa yegua de nuevo?”

Y yo, tan descreído de verte otra vez, que no me animo a tocarte, por si desaparecés.

Quiero gritar “Volvió, volvió” y no puedo, tengo un elefante en la garganta.
Y quiero saltar arriba de la cama hasta que se rompa el colchón.
¡Lo quiero publicar en todos los matutinos y en un cartel de la autopista!
Le voy a poner una nota a mi paloma mensajera para que se enteren en otros continentes.
Voy a llamar a la radio para avisar que dejen de buscar mentiras.
Voy a avisar a las fronteras, para que las abran. Y a los hospitales y hospicios para que sigan con su actividad normal.
A la policía, a los bomberos, a la gendarmería. A todos los que te buscaban, para que descansen.

Y no me importa que se note el nerviosismo de mi voz cortada.

¡Que dejen de buscar porque ya volviste!

Pero…

Si me acuerdo que me decías siempre a todo que no, esperando que yo salte desde el vacío, en forma inversa, hacia la superficie, para después decirme que si, riéndote y empujándome otra vez al baúl de las marionetas…

Y ahora se me revuelve el guiso del recuerdo con tus putos modales malcriados. Se me hizo una sopa de letras cargada de palabras agresivas. Se cocina en mi alma la desazón de querer olvidarte. Y me viene a la nariz el gusto rancio a mostaza pasada de tus recuerdos malvados…

Es que... el amor es encontrar lo mágico en alguien, que no lo hubiera tenido si aquella vieja hubiera cruzado por donde debería haber cruzado…

Además no serias tan buena de volver... si nunca fuiste buena.
Y ahora que te tengo, supuestamente adelante, te lo puedo decir:

¡Siempre fuiste una zorra! ¡Andáte un poquito a la mierda!


DE AMOR
DE COLECTIVOS
DE TANGO
DE FUTBOL
DE OTRAS YERBAS

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